Ocurrió un fin de semana de marzo de 1982, hace ya la friolera de casi 27 años. En concreto, en la mañana del domingo, y hasta podría precisar más: entre las trece y las catorce horas.
Había estado durante toda la mañana preparando la documentación para un programa del exitoso concurso "Un Dos Tres". Antes de comer salí a comprar el periódico en un quiosco de la Avenida Donostiarra, yo vivía entonces en la calle Virgen de Lourdes, 8, piso 15, un ático desde el que se divisaba una espectacular vista del norte de Madrid a través de la M-30 hacia la carretera de Burgos.
Tras adquirir el periódico, nos acercamos al parque Calero del barrio de la Concepción y allí, mientras mi hijo Luis
subía y bajaba incansable de un tobogán bajo la atenta mirada de Rita, su madre, yo comencé a hojear "El País" desde atrás para adelante, una costumbre que aún conservo cuando cojo cualquier periódico. Y en una página de las hojas centrales, perdido en un pequeño recuadro, leí el titular de una noticia que, más o menos, rezaba así:
"Un arzobispo argentino abandona la Iglesia por el amor de una mujer"
El desarrollo del titular recuerdo que era breve y no aportaba nada relevante. Lo llamativo era que se trataba de la primera noticia que yo conocía sobre un alto dignatario de la Iglesia que abandonaba su condición eclesiástica, y además se especificaba expresamente que se secularizaba para casarse con una mujer. En ese momento saltó la chispa en mi imaginación, un fogonazo en forma de tres planteamientos especulativos, de tres ¿y-si":
¿Y si dicho eclesiástico, en vez de arzobispo, hubiera sido cardenal?
¿Y si el mencionado cardenal, decidido ya a "colgar" la púrpura, hubiera pospuesto dicha decisión hasta después de un hipotético cónclave?
¿Y si nuestro enamorado príncipe de la Iglesia fuera elegido Papa en el citado cónclave?
Obviamente, nada más llegar a casa, agarré "la libreta de ideas", en realidad un grueso block que me acompaña a todos sitios desde la noche de mis tiempos, y anoté las citadas tres preguntas.
Por la tarde prepare la base del guión del "Un Dos Tres" sobre la documentación elaborada por la mañana y al anochecer, junto a mi mujer y mi hijo, nos fuimos a casa de Ibañez Serrador. Cenamos y luego, como era nuestra costumbre, mientras Rita charlaba con Diana, la esposa del famoso creador, director, guionista y realizador de tv, y Luis jugaba con su hija Pepita, Chicho y yo nos encerramos en su despacho para estructurar el guión definitivo que luego él dictaría a un magnetófono para que, posteriormente, su secretaria lo transcribiera a papel.
Justo antes de pasarla la documentación y las ideas que yo tenía anotadas, le planteé a Chicho.
-A ver qué te parece esta idea para una novela.... Un cardenal se enamora de una mujer y decide abandonar la Iglesia para casarse con ella. A los pocos días de esta decisión, casualmente, se muere el Papa y pospone su puesta en práctica hasta después del cónclave para que el escándalo sea menor...Pero resulta que es elegido Sumo Pontifice en dicho cónclave y....
Ibañez Serrador me miró, fijamente y en silencio, por encima de la negra montura de sus gruesas gafas durante unos quince segundos. Luego me dijo con marcada lentitud:
- Si yo fuera tú, mañana mismo cogía un avión y me iba a Roma a escribir la novela.
No le hice caso. Fue, seguramente, un craso error. Ahora, 27 años después, he querido subsanar aquel error que ha estado pesando sobre mi conciencia profesional durante todos estos años. Yo supe en el parque Calero que era una buena idea, las palabras de Chicho me confirmaron que era una gran idea. Los comentarios de los lectores, tanto amigos como desconocidos, han corroborado en la actualidad, sobradamente, aquellas dos intuiciones.
domingo, 11 de enero de 2009
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2 comentarios:
Me encantó la novela... y tuvo que ser un placer conocer a Chicho en aquellos años...
Pues sí, a eso se le llama fidelidad a una idea. La verdad es que ha merecido la pena esperar esos 27 años para convertirla en novela. La he leido hace unos dias y puedo afirmar que el autor me ha llevado como un corderito a donde ha querido, incluso al matadero. Y nunca mejor dicho, quien la haya leido ya me entiende. La recomiendo como regalo de enamorados para el día de san valentin. ¡Menuda historia de amor!
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